29 de octubre de 2010

Reguetones y Personas

No me gusta el reguetón, no me agrada particularmente Jessi Bulbo y jamás había escuchado ni mencionado al tal Tego Calderón. Y mírame: tengo días con el cover reguetonero que Jessi Bulbo hizo de la canción de Tego Calderón “Métele Sazón” sonándome en la cabeza. Me hipnotiza. Me hace desconocerme y por lo tanto encontrarme con otro que no sabía que también era yo.

26 de octubre de 2010

Niños y Películas

Yo que siempre pensé que las infancias normales incluían comprar una copia de la película La Bamba en formato Betamax y verla y verla y verla y verla y aprenderse las escenas de memoria y enamorarse (con esos amores de chiquito) cuando Ritchie le canta “Donna” a Donna y quererse tatuar una guitarra voladora y gritarle que cambie de opinión a la hora que lanzan la moneda para que no se suba al avión y luego en el supermercado encontrarse un casete con la banda sonora de la película y hacer que tu mamá prometa que si te sacas puros nueves y dieces te lo va a comprar y que finalmente te lo compraran y armaras una banda con tu hermano y primos que con guitarras de cartón interpretaran desde la primera pista (La Bamba) hasta la última (Goodnight my Love) en cada reunión familiar. Pero igual y fue sólo mi infancia. Y la de mi hermano. Y la de mis primos.

20 de octubre de 2010

Cigarrillos y Venenos

Infelices diputados. Le han subido de nuevo al precio a los cigarrillos y han dicho que para el 2011 el incremento será todavía mayor. Mucho mayor. ¿El pretexto? Fumar hace daño. Los cigarrillos son dañinos. Enferman a nuestra sociedad.

Pues... auméntenle los impuestos a la televisión. Auméntenle los impuestos a la música de Paulina Rubio y de Maná y de Jenny Rivera. Auméntenle los impuestos a las hamburguesas de franquicias estadounidenses. Auméntenle los impuestos a los libros de superación personal. Auméntenle los impuestos a la ropa Ed Hardy pirata. Esos, señores, son nuestros venenos.

16 de octubre de 2010

Relojes y Sueños

El dormir es tan valorado. Tan añorado. Tan, tan, tan disfrutado. Cuando las alarmas lo interrumpen la gente se enoja. Muchos se atreven a pedirle otros diez minutos de sueño a sus despertadores y muchos despertadores saben cómo hacerlo.

Pero hay esas ocasiones en que los que suelen ser despertados a las 7:45 deben hacerlo a las 6:15; los de las 8:30 a las 6:00 y un pobre de las 7:30 a las 4:45. Las más de las veces estos casos se relacionan con carreteras o aeropuertos. La noche anterior revisa uno la programación del despertador con reiterada obstinación, pero igualmente se va a dormir intranquilo. Los sueños soñados van de aviones perdidos y citas no alcanzadas en ciudades lejanas. Al menos cada 20 minutos uno de los ojos se abre. Cada 40, una de las manos levanta el despertador. Cuando finalmente el despertador se acciona, el sonido es recibido con una sensación que no puede ser llamada sino alivio y la angustia termina.

12 de octubre de 2010

Inteligencias y Nomenclaturas

¿Qué es ser inteligente? Yo distingo entre los hábiles, los cultivados, los astutos y los audaces. Los psicólogos cognoscitivos, desde Stern en 1912, han diseñado una serie de pruebitas y exámenes con los que se calculan los cocientes intelectuales de las personas. Entre más 100 eres, más normal. Más allá del 100, más inteligente. Más acá del 100, más idiota.

Y no viene siendo que los más inteligentes han creado su Club de los Más Inteligentes. Y siendo tan inteligentes, recurrieron al latín en busca de un nombre inteligente para su Club de los Más Inteligentes. Y no viene terminando todo en que le ponen Mensa, elección desafortunadísima para el español.

8 de octubre de 2010

Generaciones y Letras

El peruano o español o ciudadano del mundo (ya no sé) Mario Vargas Llosa se salió no sólo con la suya sino que hasta con el Premio Nobel de Literatura. Y es grande la ocasión para las letras latinoamericanas.

Yo al señor lo respeto. Lo aplaudo. Quizá no de pie, pero sí sentadito desde mi butaca y con mucho entusiasmo. Pero no lo leo. Nunca he traído un Vargas Llosa en mi alternativísimo bolso para hombre. No se ha dado ni que compre La ciudad y los perros ni que en Navidad me regalen Pantaleón y las visitadoras. Sinceramente, dudo mucho que llegue a leerlo al señor. Pero juro no es como detracción a su obra.

Tengo amigos que escuchan a Led Zeppelin. Y nada más. Otros le agregan a Led Zeppelin cosas como Queen, Dream Theater y hasta esos famosos The Beatles. Y está bien. Pero no para mí. La discografía de sólo esas cuatro bandas es tan extensa y habría que sumarle todavía los álbumes de otros grupos contemporáneos. Y simultáneamente, las bandas actuales publican sus igualmente copiosos álbumes.

¿Cómo podría uno mantenerse al tanto de toda esa música? Es llanamente imposible. Por eso es que yo decidí, un poco a mi pesar, dedicarme sólo a escuchar la música de mi generación. Así de dramático y extremista soy: renuncié a todas las décadas que no fuesen las mías. Preferí concentrarme en las voces que hablan del mundo y el tiempo en los que vivo. Y por eso no leo a Vargas Llosa y sí a Alberto Chimal y a Guillermo Arriaga.

5 de octubre de 2010

Sueños y Ovejas

Miren que yo asistí a la Escuela de Psicólogos y tuve acceso a las tretas y marañas de muchas de sus charlatanerías. Se han escurrido ya algunos calendarios de los anuales desde entonces, y he rescatado dos o tres de las psicotécnicas para realmente hacer mejoras a mi cotidianeidad.

La hipnosis debe ser la estrella de las fanfarronadas de los tratamientos de la Psicología. A pesar de ello, tomé algunos de sus protocolos para combatir con eficiencia un detallito que me aquejaba desde la adolescencia: el insomnio. El procedimiento busca bloquear los estímulos externos al organismo, objetivo ideal para pasar de la vigilia al sueño.

Ahí te estás acostado, luces apagadas y ojos cerrados. Agudizando el oído con todo y orejas, hay que buscar los sonidos más lejanos posibles. Primero son difíciles de discernir, pero luego uno escucha los silbatos del tren, grandes camiones de carga que circulan por libramientos alrededor de la ciudad, sirenas de vehículos de emergencia. Sigue entonces identificar los ruidos que nacen en los alrededores. Los del barrio. Los aparatos que climatizan las casas de los vecinos y la propia, los chavalos que en pleno martes dan la vuelta con sus amigos y con Bacardís en la camioneta de su mamá y los perros que ladran y husmean y mordisquean la ropa tendida de los vecinos nacos que no tienen secadora a gas. El penúltimo estadio trata de los sonidos de la casa, que ya haciendo conciencia resultan ser tantos y tan variados. Los techos y las paredes crujen, el refrigerador ronronea y la hija respira que parece que suspira. Para terminar, llegan los ruiditos más personales, la bandita sonora del propio cuerpo que, de nuevo, al notarlos se sorprende uno de no haberlos descubierto antes. Lo más ruidoso es todo lo relacionado con la gastroenterología, con las panzas y tripas sonando y sonando. Pero también el corazón palpita y la sangre fluye y los pulmones se inflan y se desinflan y las articulaciones chasquean.

Generalmente, me quedo dormido en la etapa de casa.

1 de octubre de 2010

Sonidos y Personalidades

Son tantos ya los medios por los que nuestras personalidades se proyectan. Los psicólogos ya no deben preocuparse por aplicar esas pruebas de Rorschach que tan complejas de interpretar son, ni por reclinar al paciente en el diván en tal posición que sus ojos deban torcerse hacia arriba y conectar el habla con el inconsciente. Hoy, en el 2010, uno de los métodos más novedosos y eficientes para valorar los rasgos de personalidad de las personas es marcar a sus números de teléfono celular... y escuchar el tono que le han programado.

Obvio que habría que enfrentar casos de mentes intrincadas cuyos celulares reproducirán tonos que denotan psiques elaboradas y audaces. Mira este caso: las llamadas generales reproducen un loop de la introducción de White Ink de Deerhunter; los mensajes de texto se anuncian con los acordes iniciales de You're So Great de Blur y, cuando la que llama es la esposa, se escucha el pasaje instrumental de Qué Pop Me Desperté de Sr. Amable.