30 de septiembre de 2009

Escritorios y Sumadoras

Estuve en la oficina de una dependencia. Las computadoras eran de un color hueso amarilloso y zumbabam como bicicletas con botes de Frutsi atrapados en las llantas traseras. Un alto porcentaje de los empleados mascaba chicle. Cada determinado tiempo, aparecían señoras con bolsas de plástico ofreciendo Doritos, Ruffles, Rancheritos, cacahuates japoneses y refrescos. Cada ocasión que lo hacían, alguien los compraba. Hube de abrir alrededor de 10 cajones durante mi estadía ahí; siete de ellos contenían algún tipo de comida, desde unos tarugos abiertos hasta un contenedor de algún caldo con dos claras capas: la de sopa y la de grasa. Se apilaban papeles que yo no veía desde 1992, con franjas a dos colores para la contabilidad y con tiras perforadas a los lados para las impresoras de tractor. A pesar de que todo el día la conversación se mantuvo animada, el único tema que trató acerca de algo de la oficina fue “hagamos un rol semanal para poner el café”.

24 de septiembre de 2009

Fractales y Latas

Dejó de leer el relato en el punto donde un personaje dejaba de leer el relato, en el lugar donde un personaje dejaba de leer y se encaminaba a la casa donde, alguien que lo esperaba; se había puesto a leer un relato para matar el tiempo, y llegaba al lugar donde un personaje dejaba de leer y se encaminaba a la casa donde alguien que lo esperaba, se había puesto a leer un relato para matar el tiempo”. *

Este breve relato de Cortázar me recuerda a aquella pinche lata de polvo para hornear marca Royal, donde la etiqueta tenía un dibujo de una pinche lata de polvo para hornear marca Royal, cuya etiqueta tenía un dibujo de una pinche lata de polvo para hornear marca Royal, la cual en su etiqueta tenía un dibujo de una pinche lata de polvo para hornear marca Royal.


* “Secuencias”, de Julio Cortázar. Lo tomé de la página 112 de la recopilación “Papeles Inesperados”, editada por Alfaguara en el 2009 y recibido por mí en mi último cumpleaños.




22 de septiembre de 2009

Corderos y Peces

Algo que me cae bien gordo de las doctrinas cristianas es esta onda del acatamiento, la pasividad y la sumisión. Me causa tanta impotencia cuando, tras la desgracia de alguien, lo único que le aconsejan es "Dios sabe por qué pasan las cosas". ¿Qué clase de resignación es esa? ¿Cuál es nuestro papel, entonces? ¿Nos corresponde nada más sentarnos a dejar que nos pasen cosas y esperar que en algún momento Dios nos aclare los porqués?

20 de septiembre de 2009

Creatividad y Canales

De pronto se me vienen ideas que no sé si usar como estado en Facebook, como tweet de Twitter, como sobrenombre en el Messenger o, de plano, desarrollarlo como post de Guso Punto Com.

17 de septiembre de 2009

Quirópteros y Chelos

Mursego toca (principalmente) el chelo. Mursego no se limita a tocar el chelo sobándolo con un arco para chelos, sino que también se permite golpearlo como tambor, rascarlo como guitarra y agitarlo como gatito. Mursego canta en melodías tan infantiles y en tonos tan horribles, que te dan ganas de abrazarla y empaparla en lágrimas. Mursego parece tan despreocupada al momento de crear música que te atrapa desprevenidísimo y te violenta la pacecita. Mursego utiliza tantos idiomas en un disco de 20 minutos, que a la tercera vez que lo escuchas ya entiendes el vasco y desconoces el español, piensas en francés y tarareas en ruso y respiras en inglés.

15 de septiembre de 2009

Computadoras y Cronologías

En 1991, yo y otros ñoños fuimos elegidos como el primer grupo para tomar clases de computación. Casi los mismos que conformábamos la escolta de la secundaria, nos sentábamos dos veces por semana frente a unos bodrios Mac que en un mismo aparato conjugaban monitor, CPU y teclado, y en los cuales con comandos y códigos movíamos un triangulito verde sobre el fondo negro de la pantalla. El profesor, un tipo al que apodábamos El Batman, nos conminó a no escribir con plumas atómicas sobre las etiquetas de nuestros disquetes de 5 ¼. Hube de indagar qué carajo era una pluma atómica.

Para 1993, el trabajo final para la clase de Historia consistió en un ensayo de al menos diez cuartillas sobre el indigerible Crónica de la conquista de la Nueva España. Me fue fácil utilizar el Write, un protoprocesador de textos del Windows 3.0, para vender versiones personalizadas del trabajo a $50,000 pesos. Las ganancias fueron invertidas en un teclado Casio 100.

Ya en 1997, compré un cable de teléfono y, ante la mirada perpleja e incrédula de mis padres, lo pegué a la nueva computadora color hueso que me habían comprado. En una libreta había apuntado un teléfono que era contestado por algún servidor del Tec de Monterrey, al cual engañaba con la clave de un amigo que estudiaba ahí. Tras unos ruidos arturisescos y algunos segundos de suspenso, la Internet llegaba a mi casa. Las únicas personas que tenían cuentas de correo electrónico eran los alumnos de la siempre fresa institución regiomontana... y yo, que escandalicé a la sociedad por tener una suscripción a HoTMaiL, sitio independiente que daba acceso a cuentas gratuitas.

En el 2001, recibí un peculiar regalo: un dispositivito azul con una correa gris. Esa memoria USB almacenaba 512Mb de información y se insertaba en unos agujeritos que algunas computadoras tenían. Seguido tenía que explicar lo que era y, más seguido aún, batallar para encontrar máquinas que supieran acoplarlo. Apenas un año después, al comenzar a utilizar mi primera ‟laptop”, me apaniqué al descubrir que el aparatejo no tenía ranura para mis múltiples disquetes de 3 ½. En poco tiempo, la anormalidad era la norma.

Hoy, mucha gente que conozco trae computadoras con Internet en la bolsa del pantalón.



13 de septiembre de 2009

Carreras y Vanguardias

A pesar de lo que piensen los más jóvenes de ustedes, hubo un tiempo en que U2 fue una banda vanguardista y revolucionante. Demostradas sus capacidades musicales con el Joshua Tree de 1987, asustaron a los puristas del rock con el Acthung Baby! de 1991, un disco saturado de efectos y salpicado de underground berlinés. En 1993 continuaron su camino hacia el sonido industrial y electrónico con Zooropa, para luego de nuevo en 1997 virar con brusquedad y darnos Pop, un disco que sin dejar de ser rockero inmiscuía cosas tan escandalosas como el techno y la utilización de sampleos como base de las canciones, con letras ofensivamente señaladoras.

Y entonces algo horrible sucedió: las power ballads se convirtieron en su distintivo, llenando estadios de viejas histéricas más interesadas en el amor que en la música. No se puede culpar a la larga trayectoria de la banda por caer en esta monotoneidad: Sonic Youth posee algunos años más de carrera y jamás han perdido el vanguardismo. ¿Podría ser la edad de sus integrantes? Scott Walker lanzó su osadísimo y altamente experimental The Drift a los 63 años. Pudiera entonces culparse al involucramiento en cuestiones políticas y humanitarias, pero pues los tipos de Radiohead son activistas más radicales —o al menos su activismo no consiste en asistir a cenas de gala con el Grupo de los 8 o tomarse fotos con el papa, como Bono— y no por eso descuidan sus labores musicales.

11 de septiembre de 2009

Gemelas y Payasos

Hace ocho años, mientras me alistaba para ir al trabajo, encendí la televisión en el entonces revolucionarísimo El Mañanero de CNI Canal 40. Mostraban imágenes de una de esas tales torres gemelas dañada y humeando. Recién lo había sintonizado y aún con mi atención encima, el televisor mostró un avión que se daba totalmente contra la gemela de la primera torre. Brozo vociferaba "¡Esto no es un accidente! ¡Esto no es un accidente!".

Se murió mucha gente ese día. No tanta como gente muere en otros países menos rubios, pero ya conocemos las fórmulas: se necesita la muerte de cuatro latinoamericanos para equivaler la de un norteamericano. O la de siete negros. O tres japoneses. Para el caso de árabes, musulmanes y esas abominaciones, los términos suben a niveles de cientos para siquiera ser mencionados.

8 de septiembre de 2009

Revistas y Bandas

Este artículo apareció en una versión excelentemente condensada como parte del número de agosto de la revista Local. Aquí está la oportunidad de leerlo en su totalidad.

No puedo creer que no conozcas a The Mueres. ¿Es que todavía eres de los que esperan a que los ejecutivos de alguna disquera descubran a los grupos, los patrocinen y te los hagan llegar vía MTV y 40 Principales? ¿Si sabes que ya no es necesario que otros decidan qué debes oír? Búscalo tú. Ahí está. Tal y como está The Mueres: uno de los proyectos más interesantes y futureables de la escena independiente mexicana. Y sí: son chihuahuenses.

La música de The Mueres es responsabilidad de los hermanos Óscar y Maco, quienes acompañados de Sam y Josías logran quebrantar la predictibilidad de cualquier tocada, cimbrando los escasísimos escenarios locales con feedbacks y guitarrazos. Sus composiciones nacen de “dolores de cabeza, acordes retorcidos, ruido, disonancias... cualquier cosa es música”, de acuerdo al propio Óscar, principal compositor de la banda y cuyo aspecto desaliñado y actitud melancólica causan que muchos lo etiqueten de emo. Pero este chico y la música que emana son más un producto de proyectos experimentales actuales y del shoegazing de los noventa (piensa en Sonic Youth o en My Bloody Valentine) que de la música que su generación pierde el tiempo escuchando.

Sería peligroso entrar a un bar cuando The Mueres ha iniciado su set. El asistente no advertido podría huir despavorido, horrorizado por lo que para él sería un caos sin sentido saliendo de amplificadores estruendosos conectados a chavitos que se encorvan sobre sus instrumentos y apenas voltean a ver a la audiencia. Qué erróneo. Los que hayan presenciado la construcción de ese sonido desde el inicio estarán extasiados viendo cómo la música se descompone hasta terminar en una masa amorfa de ruido que poco a poco se moldea para ser de nuevo melodía... tan sólo para volver a mutar a lo grotesco. Maco es en gran medida el diseñador de esta dinámica. Posee lo que los músicos llaman “el tono perfecto”, que no es sino la capacidad de identificar notas exactas con sólo escucharlas. Puede entonces crear las combinaciones sónicas más extravagantes, empalmando acordes que uno pensaría jamás podrían tocarse simultáneamente. Y mientras la mayoría de los guitarristas hacen chillar sus amplificadores sólo para ensordecer a las audiencias, Maco convierte al feedback en un instrumento más, el cual puede manipular melódicamente, controlando y aprovechando lo que para la mayoría de los músicos no es sino un elemento azaroso. Claro, todo este ejercicio de construcción y destrucción musical sería imposible sin la consistencia aportada por la batería de Josías y el bajo de Sam, que estoicamente brindan la base sacrificando cualquier lucimiento de su parte.

“Ayer los de La Revolución de José Luis Esparza1 me dijeron que soy un pop ruidoso”, me dice con orgullo y sorna el vocalista de The Mueres. Y efectivamente, escuchando el disco homónimo de la banda, el sonido ahí plasmado resta protagonismo a la disonancia y el ruido de sus presentaciones en vivo, dando espacio para que las melodías tarareables de la voz y los riffs pegajosos de las guitarras se nos queden pegados. La popularidad de este disco, disponible para su descarga gratuita, ha ido aumentando durante el 2009, hecho que se verifica en la cantidad de público que en sus presentaciones canta a la par “y dirás, dirás: te ves fatal, no quiero verte más”. Pocos meses después de este primer disco, The Mueres nos trajo el Jarcor EP, grabación dura y en low fi con la cual dan una idea más cercana de lo que la banda es en vivo. El curso de inducción a The Mueres consistiría entonces en escuchar el primer disco hasta sabérselo de memoria, luego acudir a verlos en vivo al menos dos veces y, finalmente, mortificarse oyendo el Jarcor EP.

Y en algún punto de la colonia Panorámico Óscar y Maco están componiendo algo. El par de multiinstrumentalistas, jugandito jugandito, creará el siguiente himno de The Mueres. Tendrá sus themuerescas guitarras entrelazadas, como ya nos han acostumbrado, casi siempre con Maco en la bocina derecha y Óscar en la izquierda. Quizá le agreguen algunos arreglos en el pequeño teclado que descubrieron zumba en diferentes tonos a medida que lo acercan o alejan del amplificador de la hermana gemela de Óscar. Lo más seguro es que la letra verse de sueños y fantasmas y sean irremediablemente fatalistas. Y cuenta con que en la siguiente presentación que tengan en vivo, interpreten esta canción en una versión que durará el doble de tiempo que la grabada y apenas contendrá pedazos cantados. Y ahí estaremos los cada vez más numerosos seguidores de The Mueres, algunos con playeras de la banda y toda la cosa. Los más estarán coreando “sus ojos llevan luz de sol, drogándome, sedándome” y los menos tendremos la conciencia de que estamos ante algo importante, presenciando la gestación de algo que increíblemente está sucediendo en nuestra ciudad.

1La Revolución de José Luis Esparza, agrupación también chihuahuense que experimenta con el post rock.

3 de septiembre de 2009

Ingredientes y Usos

Escudriñador de la cotidianeidad como soy, dediqué unos minutos a leer las etiquetas de ingredientes de los champús de mi baño. Desde entonces, como que me dan más ganas de comérmelos que de untármelos en la cabeza.

1 de septiembre de 2009

Corrientes y Afiliaciones

Tantos años después y apenas he comenzado a aceptar que quizá el Manierismo no es lo que yo pensaba. No sé... más que elegante, encuentro a lo creado en esta corriente cargado, de mal gusto. ¿A poco no el Cromoluminarismo es harto más ameno? Es claro, despejado y transmite vitalidad.