30 de junio de 2012

Credenciales y usos

—Ya nada más voy a necesitar adjuntar una copia de su identificación para terminar el trámite. ¿Me permite su credencial de elector para fotocopiarla?
—No la traigo, ¡las elecciones son hasta el domingo!
—Entonces, ¿nada más saca la credencial de su casa cuando hay elecciones?
—Por supuesto. Es una credencial para votar, ¿no? ¿Para qué más la habría de usar?

A veces la lógica puede ser tanta y tan perfecta que arroja resultados absurdos.

26 de junio de 2012

Textos e idiomas

A veces me dan textos para que los traduzca. Acomodo el original en la página para que sostenga al nuevo mientras va creciendo. Palabra a palabra, los párrafos se van intercalando: uno en un idioma el siguiente en el otro. Pero el segundo aún no puede valerse por sí mismo: comparo las líneas y me doy cuenta que lo que en el primero es obvio en el nuevo queda velado. Pulo. Leo cada párrafo por duplicado: una vez en un idioma, la otra en el otro. Finalmente, uso la tecla Suprimir como bisturí y voy retirando los párrafos originales. Llega el momento de descubrir si el nuevo texto en el nuevo idioma es capaz de pararse solito.

23 de junio de 2012

Filas e idiosincrasias

En los centros de atención a clientes de la compañía de telefonía celular hay dos filas. En la primera atienden a aquellos clientes interesados en conocer las promociones para hacerse de nuevos teléfonos. Casi cualquiera puede salir de ahí con un modelo flamante de teléfono habiendo pagado poco o nada en ese momento. En la segunda fila se reciben los pagos mensuales que todos los clientes deben hacer. Lo extraño es que, contrario a lo que uno pensaría, es la primera fila la que siempre está llena, mientras que en la segunda rara vez hay que esperar turno. Cada vez que voy, pienso que esto describe con cierta certeza la idiosincrasia de consumo de mi país.

19 de junio de 2012

Cafés y sabores

Total que llegué a uno de esos Starbucks y Un café, por favor. ¿Va a ser capuccino, latte, mocha, macchiato? Nada de eso, solo un café. Pero, ¿qué sabor quiere que sea? De ninguno, que sea un café y ya. Sí, señor, pero ¿de cuál azúcar o leche le vamos a agregar? De ninguna, lo quiero negro. ¿Crema? Nada. Porque el azúcar y la crema no se cobran. Olvídalo, ya me voy.

16 de junio de 2012

Discos y radios

Era 1997 y nos enterábamos de los lanzamientos de nuevos discos por revistas o por tiendas especializadas como Melómano, en la esquina de Ojinaga y Calle 3ra. La Internet todavía no era ni un atisbo de lo que es hoy y yo supe del OK Computer por la radio.

Aquella madrugada salí del restaurante donde trabajaba como mesero. El turno había sido bueno y pensé detenerme por algo de cenar. Encendí la radio y el locutor dijo que iba a regalar el nuevo álbum de Radiohead, OK Computer, a la primera persona que llamara y le diera el nombre del cantante de la banda. Para entonces esta agrupación británica ya sobresalía entre mis preferidas y maldije no traer una tarjeta Ladatel para llamar desde algún teléfono público. Seguí conduciendo y entonces el locutor volvió a ofrecer el disco. Nadie le había dado el nombre todavía y, ya que parecía difícil, ofreció una pista: era el apócope de “Tomás”. Mandé al carajo la cena y me desvié a casa. Podía llegar en cuatro o cinco minutos, llamar y ganarme ese disco compacto.

Encontré a mis padres en la sala, a oscuras. Nunca antes había visto llorar a mi madre. Se levantó cuando entré y me dijo “Tu abuelo acaba de fallecer. Vamos al hospital ahora mismo. No quisimos dejarte una nota y te estábamos esperando”. No me pareció sensato pedirles tres minutos para llamar a la radio.