28 de junio de 2011

Libros y Cubiertas

Los que no saben nada de literatura y carecen de buen gusto son quienes no juzgan a un libro por su cubierta. A un contenido de calidad debería brindársele siempre la mayor atención al momento de armar su edición; desde su cubierta y portada hasta el colofón.

Son precisamente esos colofones otra de las principales características por las que juzgo a un libro. Una cubierta bien lograda que se acompaña de un colofón que dice “Para su composición tipográfica se emplearon las familias Bell Centennial y Steelfish de 11:14, 37:37 y 30:30 sobre papel Cultural” será seguramente adquirido por mí. Incluso, con un colofón de “Se utilizaron tipos Poppl-Pontifex BE de 10:16, 9:16 y 8:10 puntos” podría hasta tolerar una solapa deficiente.

A quienes jamás volteo para no verles las contracubiertas es a los libros que tengo en inglés, generalmente estadounidenses. Qué insulto que lo quieran convencer a uno de leer dándole la opinión del L.A. Weekly o, peor aún, jurando que la obra en cuestión es un bestseller. Y claro, jamás abriría un libro que autoproclama en su cubierta cuántas de cinco estrellitas le dio el New York Times, sin importar quién lo haya escrito.

21 de junio de 2011

Vidas y Pasatiempos

“Pues prefiero pasatiempos de verdad... vivir la vida”, dijo, desdeñando mi afición a la lectura. Poco sabía que se lee vivo, que al leer se vivifica la vida propia y que se viven otras vidas.

17 de junio de 2011

Preguntas y Economías

“¿Por qué no va a trabajar en vez de venir aquí a pedir dinero?”, me preguntó mi pequeña hija mientras yo, con un gesto prácticamente indetectable, le negaba al joven adulto del crucero la moneda que me pedía. No le respondí, porque no logré discernir quién era el de la visión simplista e inocente del asunto: ¿ella, por pensar que tener un trabajo es la manera más correcta y sencilla de hacer dinero? ¿o nosotros, los adultos, por pensar que todo es complejamente macroeconómico y sociopolítico?

14 de junio de 2011

Textos y Apuntes

No creo haber utilizado antes este blog para transcribir los apuntes que tomo de los libros que leo. Pero esto que vi en “Aquí descansa Nevares y Gente del altiplano” me pareció tan inmenso, bonito y expresivo, que quisiera que toda la Internet pudiera leerlo:

—Pero, ¿y los muertos, Lalo? ¿Qué pasaría con los muertos?
—Nada: los muertos están en el cielo o allá donde los hayan destinado. Aquí hay nomás, nomás…
Quería decir: “nomás una carne extinguida, de la que siempre se ha hablado muy mal por culpa de la concupiscencia terrenal”. Pero le fallaba la elocuencia y todo esto tan sólo lo sentía vagamente, sin poder expresarlo.

El libro lo escribió Pere Calders, lo tradujo José María Murià, lo editó el Fondo de Cultura Económica y me lo regaló Luis Gerardo.

10 de junio de 2011

Palabras y Reflejos

En el arrebato de algún debate a través de la computadora, tecleé con vehemencia el argumento “Se es o no se es”. Enviado el diálogo, lo releí y noté que el enunciado presentaba propiedades palindrómicas.

“Se es o no se es” podrá ser un palíndromo muy trillado, sencillo y de obtención casi gratuita, quizá más visto en las escuelas primarias que el mismo “Anita lava la tina”; pero me provocó emoción haberlo encontrado ahí, en un diálogo vivo, mezclado entre las palabras reales. Porque palíndromos criados en cautiverio vemos muchos, pero uno como este, silvestre, poquísimos.

7 de junio de 2011

Émbolos y Ardores

Se recuesta sobre la piel y la presiona formando un surco por el que se desliza. A través de un punto de ardor se empuja hacia adentro. El émbolo intenta generar vacío pero el espacio es rápidamente ocupado por el viscoso líquido que pensamos rojo pero que cuando es el propio parece más púrpura que otra cosa. Se retira convirtiendo el pequeño punto de ardor de la entrada en un largo canal de ardor de salida. Flexión. Parche. Listo.

3 de junio de 2011

Pronombres y Regalos

Extrañamente, y a pesar de la descripción de este blog, hace tiempo que no se abordan temas ortográficos por aquí. Cabe entonces darle lugar a uno, surgido a partir de que últimamente me ha dado por regalar textos. Así: llego a donde están mis recipientes, les ofrezco el texto y anuncio “úsenlo, se lo regalo”.

Reflexionemos un poco al respecto. Si quisiera yo regalarle algunas cervezas (donde “cervezas”, lo regalado, es una palabra femenina y plural) a dos amigos (donde “amigos”, los regalandos, es una palabra masculina y plural), volvería de la barra de la cantina levantando las botellas y proclamando “se las regalo”. Las. Femenino y plural, como lo regalado; no masculino y plural como los regalandos.

Entonces, cuando le regalo un texto (muy masculino y muy singular) a ellos (muy masculinos también, pero plurales además), ¿por qué habría de decir “úsenlo, se los regalo”? Es lo regalado lo que define al pronombre átono proclítico, no los regalandos. Yo esto lo aprendí de una manera atroz y humillante y es por eso que les comparto este particular conocimiento. Úsenlo, se lo regalo.