7 de febrero de 2022

Resurrecciones y nostalgias


Vi la nueva de The Matrix, una secuela que llega diecinueve años después de la trilogía original. En un ratito pasé de la emoción y la nostalgia al encabronamiento puro. Ya. Basta. Por favor. 

Me encontré con una forzada recapitulación de escenas de las tres películas anteriores, envueltas en una trama que pues prácticamente es la misma que la de la primera película de la serie. Y me encabrona porque vienen haciéndolo ya de manera reiterada: pasó con la serie Cobra Kai, pasó con la última trilogía de Star Wars y pasó con la nueva de los Cazafantasmas. 

La fórmula es descarada y boba: convierte a nuestros héroes en fans de las franquicias de donde surgieron. El hilo dramático pasa a segundo plano y lo importante es mostrar cosas del pasado para que la audiencia las reconozca y diga “Ah, mira: ¡el Halcón Galáctico!”. Un típico ejercicio de chavorruquez que al parecer va a seguir vigente un buen rato y en el que ya no pienso seguir participando. 

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