31 de enero de 2012

Cervezas y supermercados

La sección de licores del supermercado se había convertido en una especie de parque de diversiones temático acerca del futbol americano. Diferentes marcas de cerveza habían armado exhibidores, colocado carteles y montado equipos de sonido anunciando sus promociones. El derroche de creatividad, recursos y —por supuesto— mal gusto era absoluto. Cada marca de cerveza tenía, además de instalaciones, guerreras apostadas en el campo de batalla: chicas con ceñidos uniformes de porristas o de algún equipo de la liga estadounidense de futbol americano. Con poses y lenguajes más bien vulgares, estas guerreras abordaban a los hombres que se acercaban, invitándolos a llevar su marca.

Alejada, al final de un pasillo, la muchachita de Coors Light sobresalía por su timidez. Era —o al menos parecía ser— mucho más joven que las demás, se notaba que no tenía experiencia en levantar paquetes de seis latas de cerveza y era obvio que no estaba acostumbrada a usar ese tipo de ropa, ya que sus inocentes bragas se podían apreciar perfectamente a través del ajustado pantalón blanco. Su estrato socioeconómico, cabe señalarlo, también parecía ser de más altura que el de las demás.

Más que a comprarle cerveza, la muchachita de Coors Light incitaba a que la rescataran. Esperé a ver si algún caballero aparecía, la cubría con una manta y la sacaba de ahí diciéndole que con él nunca más volvería a verse forzada a pasar una situación así. Pero los únicos caballeros que se le acercaban lo hacían por su espalda para tomarle fotografías con sus teléfonos celulares.

2 comentarios:

Shubidubi1000 dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miguel Cruz dijo...

Es completamente verdad, ya lo había pensado y justo ahora leo que no soy el único. Aunque hay casos extremistas en los que piensas que la chica necesita ser rescatada y otros en los que pareciera que la mujer va a devorarte y obligarte a comprar.