En la fila del Oxxo hay personas con galones de leche, con refrescos, con limones, con panes, con papeles de baño o esperando a pedir una cajetilla de cigarros. De pronto, el cajero levanta ambas manos y se eleva en las puntas de los pies, apenas pasando los ojos sobre el monitor de su máquina registradora y de los exhibidores que hay sobre el mueble. Con gran voz, pregunta quién va a llevar cerveza. Al fondo del local, un señor apenas abre el refrigerador y dice que él. Atrás de la fila, tres pubertos armados con identificaciones falsas blanden su paquete de ocho Tecates Light. A la mitad de la fila, dos chicas dicen que ellas pensaban pedir un güisqui en la caja. Apenas entrando, un tipo de rojo muestra un envase vacío de caguama.
El de la leche, el de los refrescos, la de los limones, los de los panes, la de los papeles de baño y las que iban a pedir una cajetilla de cigarros dan un paso a un lado para que, cuales ambulancias a través de la ciudad, los de las cervezas y las del güisqui pasen a la caja sin detenerse. Concentrado, el joven dependiente captura y cobra rápidamente las mercancías de los bebedores, quienes ya desde la puerta hacen una extraña mueca que los formados interpretan como algún agradecimiento.
Y yo veo todo esto y lo disfruto y quiero decirles a todos los del Oxxo que, aunque siempre se nos olvida, todavía somos una comunidad.
6 comentarios:
Civilidad. Aún hay esperanza.
"notas del comportamiento humano".
Yo no los dejo pasar, no puedes ser un incompetente hasta para pistear.
"(...) aunque siempre se nos olvida, todavía somos una comunidad." Nada como un gesto simple para recordarlo.
Borrachos aprovechados.
Me gusta la simplicidad con la que encuentras un hecho "poético" hasta en el Oxxo.
Pero más, la manera en que lo compartes. Nos pones a todos en la misma situación. Y es hermoso.
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