Me gusta ver esos averiados y esos destartalados y esos carcacheados por las grandes avenidas y pensar en cómo, forzosamente, algún día fueron un auto nuevo. Hace treinta o cuarenta años alguien emergió de una agencia de venta de autos con las manos puestas en el volante del Datsun que olía a pura nueveidad. Otro llegó a casa en marzo de 1984 y fue inmediatamente rodeado por los vecinos que venían a conocer el moderno y automáticamente clásico Grand Marquis modelo 84. Todos esos autos, en algún momento, fueron símbolo de ostentación y orgullo; los que sobreviven, son hoy símbolos de penuria y humillación.
5 comentarios:
No me gustan los autos viejitos. No me gustan los autos.
Pasa igual con las personas, lamentablemente.
Qué sensible que eres. Muy acertada y profunda tu reflexión. Hoy en día la gente está muy ensimismada e insensible, empezando por los niños.
A mi también me hizo pensar en las personas mayores. De igual forma los volteamos a ver de mala manera cuando van caminando frente a nosotros y no podemos pasarlos, sin pensar que alguna vez fueron "símbolo de ostentación y orgullo", que en algún momento, hace muchos años, tal vez las personas se paraban a verlos pensando "que buen trasero tiene ella" o "ese sí que es un hombre".
Todo por servir se acaba.
me encanta esta entrada, saludos
Publicar un comentario