12 de enero de 2011

Prendas y Reflexiones

Preguntó qué era una casa de empeño, no porque a sus cinco años le fuese un tema particularmente interesante, sino porque la ávida práctica de sus recién adquiridas habilidades de lectora la llevó a leerlo en algún camión urbano habilitado como cartelera publicitaria. “Pues es un lugar al que vas cuando necesitas dinero. Ellos te prestan el dinero y tú les dejas algo tuyo... como tu teléfono celular, por ejemplo”. Por el silencio que siguió, asumí que estaba reflexionando el concepto, pero me di cuenta de la verdadera dirección de sus preocupaciones cuando preguntó “y, ¿si alguien te llama?”.

4 comentarios:

Edoaz. dijo...

Antes que nada, hola. Le seguí hace unos días y he leído parte de sus entradas más recientes. Algunos se molestan cuando les dan buena crítica (muchos se enojan cuando le dan cualquier tipo de crítica). Le seguí por amor al arte, y lo que usted logra es arte puro y (lo que he leído, al menos) sin vender. No espero una respuesta, sólo quería decirle que es bueno en lo que hace, sea lo que sea haga (¿se puede saber en realidad lo que se está haciendo?).

Guso dijo...

Esto va a sonar tan obvio como cursi, pero siempre recibo con gusto las críticas. Sean buenas o malas. ¿A quién no le va a gustar saberse leído?

Isela dijo...

Habla con un niño o un anciano... con cualquiera, encuentras sabiduría que nos perdemos por estar en cosas de "adultos"

no orto dijo...

Se siente bien padre cuándo los hijos lo superan a uno, verdad, Guso.