3 de agosto de 2010

Partos y Aves

¿Cómo llegó la cigüeña a convertirse en el ave de la maternidad, aún y por encima de la madresísima gallina? ¿Por qué se le injertó la ciudadanía parisina y se le hizo responsable de traernos desde la capital francesa a los bebés? ¿Qué hay en esos ciconiiformes que los hizo tan adecuados para que se les achacara el papel?

Los porqués quedan velados entre otros muchos misterios, pero los paraqués de la cigüeña como acarreadora de bebés son muy claros. Qué desagradable sería llegar a los baby shower y encontrar en las mesas decorados de vaginas dilatadas escurriendo sangre y líquidos gelatinosos y verduscos. De qué poco buen gusto serían las ilustraciones infantiles mostrando a bebés untados en su vérnix caseoso, en lugar de higiénicamente envueltos en una frazadita. Sí. Para esos casos, la cigüeña blanca llevando al bebé resulta más llevable.

2 comentarios:

Silvia Jeannette dijo...

Colocándome en la posición de bebé, preferiría viajar en Sigüeña que en Vaca...

Cabrón Insensible dijo...

Me recordaste a un cuento corto de Monterroso que ahora que lo pienso no tiene mucho que ver, pero sigue siendo bueno, lo encontré aquí, se llama Gallus Aureorum Ouorum

http://eljineteinsomne2.blogspot.com/2010/01/entremeses-literarios-lxxxix.html