Razas y Equipos

Al ver los encuentros de futbol de la Copa del Mundo, yo observo bastante más allá de las patadas a las pelotas y los goles. Para mí, éstas son oportunidades únicas en que se develan fenómenos antropológicos relevantísimos.

Esos sobrinitos que vemos cada fin de semana parecieran ser siempre iguales. Ah, pero aquellos que viven en Torreón o en la Ciudad de México, que sólo vemos en las navidades, en esos las diferencias desarrolladas son muy obvias cada año. Algo así me pasa con el equipo mexicano de futbol, al cual sólo veo cada cuatro años.

¿Qué nos dice el cuadro mexicano? Nos dice que en 25 años, el futbol ha dejado de ser un deporte exclusivamente de barrio, del pueblo. Las clases medias y altas ya permiten a sus burguesitos patear las pelotas y emocionarse con los Rayados del Monterrey. Nike ya vende productos para futbolistas. Los Lasalles y los Tecs de Monterrey tienen sus relucientes campos para los once contra once.

Basta con ver a las selecciones mexicanas que me ha tocado seguir en Copas del Mundo: desde México 1986 hasta Sudáfrica 2010, los rasgos indígenas son cada vez más raros, las tez se blanquean, los güeritos son ahora mayoría.