El abrevadero habilitado como mingitorio me venía muy alto. Por ello, entrando al hediondo baño del bar me dirigí como todo un marica al único cubículo privado; no por privado, sino por tener un retrete adecuado a mi estatura. Al estirarme para jalar la puertecilla, un tipo que sí alcanzaba el abrevadero y que lo utilizaba, me indicó con calma que había alguien dentro.
Parado de puntitas comencé lo mío, notando como Tipo había ya terminado y esperaba de pie junto al cubículo. La conducta me resultó extraña, pues a diferencia de las mujeres, la micción es más bien solitaria para los caballeros. En eso, una voz femenina preguntó desde el cubículo “¿ya se fue?”, haciéndome suspender abruptamente y abandonar el recinto.
Parado de puntitas comencé lo mío, notando como Tipo había ya terminado y esperaba de pie junto al cubículo. La conducta me resultó extraña, pues a diferencia de las mujeres, la micción es más bien solitaria para los caballeros. En eso, una voz femenina preguntó desde el cubículo “¿ya se fue?”, haciéndome suspender abruptamente y abandonar el recinto.
3 comentarios:
wacala en un baño publico!!, con ese olor creo que a nadie se le antoja...bueno, creo que si:(
Yo una vez le puse en el baño de mujeres de Los Llorones, ya bien tarde o sea que ya olia bien gacho. Pero ni nos importó, jajaja
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