
Atrapé un Camel y lo sostuve con mis labios mientras giraba el disco del encendedor, hasta lograr una mecha. Acerqé la punta del Camel a la flama y aspire fuerte. Inmediatamente estiré el brazo hacia la ventanita para ayudar al humo a encontrar su camino hacia el exterior. Soplé fuerte, volteando hacia el mismo y único hueqito dejado en el muro. Me confieso un rebelde: fumé en la habitación de no fumar.
1 comentario:
Eres maaaaaalo Gustavo!!! muuuuuuy malo!!
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