6 de agosto de 2006

Alimentos y Sociedades

Comer fuera de casa es siempre un suceso. Ir al restaurant o a cualqier sitio donde te alimenten a cambio de dinero es cómodo y conlleva un casi seguro atracón qe se reprende con la propina.

Pero no toda comida extradoméstica es cómoda. Existe también la invitación a comer a la intradomesticidad de otro, invitación qe a su vez puede catalogarse en dos ramos: primero, la invitación a una comilona elegante, qe resulta como la visita al restaurant; el segundo ramo es el cobijamiento qe se nos hace a participar de una comida más de la familia, sin celebrar nada y sin preparativos especiales, sin copas ni servilletas de tela.

Esas visitas a comer son una travesía qe puede variar entre "agradable aventura" y "tormentoso suplicio". En ningún lado se cocina como en casa. En ningún lado se presenta la comida como a diario la vemos en nuestro hogar. Hay lugares donde llaman "sopa" a cualqier platillo qe no incluya carnes. Hay lugares donde las entradas no obedecen un orden cronológico, sino qe se presentan todas en montón, desbordándes del plato y dejando qe sus jugos se mezclen sin qe nada podamos hacer ni mucho menos decir.

En casa podemos dejar el chile el relleno, ya es sabido qe no nos gusta; o bien podríamos desaparecerlo en un mar de crema. Pero en la casa en la qe nos invitaron hoy no hay crema en la mesa y el arroz no logra apagar la presencia del chile relleno. Lo empujamos poco a poco enjuagándonos el esófago con agua saborizada con polvitos de una marca qe no habíamos visto.

Terminas tu plato cuando ya hace rato los locales lo han hecho. Elogias las capacidades gastronómicas de la señora de la casa aunqe sabes qe nadie te cree. Ejecutas un movimiento qe los anfitriones saben interpretar como un intento por recoger tu plato y tal vez lavar la vajilla, próntamente lo detienen con un "no, deja ahí". Gracias. Buenas tardes. Muy rico todo.

5 comentarios:

Unknown dijo...

jajajaja pues lo padre es que te digan que dejes ahi, pero yo tengo tias que si me ponen a lavar la vajilla =( y es importante contar también el lugar donde comí antier, un puesto de esos donde hacen unos sopes y huaraches riquísimos, pero lugares netamente izquierdistas en donde debes de aguantarte las pedradas todo el rato.

Vicky ZR dijo...

A mí me cae gordo elogiar la comida.

La Marce dijo...

se me antojo la carne de tu ilustracion, que enferma?

Anónimo dijo...

Y así en cada comida...

DeliriousMe dijo...

Chile relleno, un platillo que no tiene sabor y no tiene chiste.