Erotismo y Frenos

Cuando aventamos nuestros abrigos al asiento trasero, nuestros cuerpos ya habían censurado las ventanas del auto. Volvimos a unir nuestras bocas y tu mano contaba mis costillas. Se me ocurrió facilitarte las cosas y guiarla yo misma a donde sabía qerías llevarla, pero la verdad me divertía con tus nervios y dudas. Dos de tus dedos fabricaron un hueqito entre los botones de mi blusa y tórpemente se infiltraron en el bra. Me estremecí al sentir tu mano tan fría, pero me reconforté sabiendo qe mi seno debía parecerte tan tibio.

Qe pronto olvidaste las dudas y los nervios. Los primeros dos dedos invitaron a otro y luego a otro y luego a otro. Tu mano libre comenzó la misión de guiar la mía a tu pierna. Entreabrí mi ojo derecho y vi qe mantenías el pie sobre el pedal del freno. “Suelta el freno” te susurré, preocupada por la luz roja encendida. Con el pretexto de levantar el pie estiraste ambas piernas y levantaste la cadera para abrir tu cremallera. Reí despacito. Te veías tan tierno jugando al experto mientras tu mano aún sudaba y tiritaba bajo mi blusa. Habías sido bueno conmigo. Esa noche yo fui buena contigo.