A mí me gusta mucho hablar sobre las caricaturas y series que veía cuando pequeño. Soy modelo 1978. Fácilmente incurro en conversaciones o monólogos sobre Jayce y las Mentes Rodantes, La Princesa de los Mil Años, Los Cuentos del Espejo y Bosque Mágico. Muchos de mis contemporáneos parecen haber olvidado gran parte de estos títulos. Pero para eso estoy yo. Tras detectar sus caras de signos de interrogación, basta con que les haga una breve reseña sobre el programa que mencioné y enseguida su rostro pasa de la interrogación al eureka.
Yo me acordaba de una ballena Josefina. Josefina era tan pequeña como para vivir en un vaso de agua junto a la cama de un niño chillón. De algún modo, Josefina podía tomar su tamaño cetácico y entonces vivía aventuras con Niño Chillón. Esto le contaba a mis convsersandos. Pero ellos recordaban todo lo que yo decía… menos a la ballena Josefina.
Dejé de hablar de ella por casi dos años. Me convencí de que yo me había inventado ese recuerdo. La quise olvidar, pero ahí estaba en mi mente el vaso de agua con la ballenita adentro. Llegó el día en que Josefina se hizo grande y la encontré en la Internet. Sí existe. Sí fue parte de mi infancia.
El momento en que encontré mi recuerdo es ahora en sí un recuerdo que gozo y que me emociona. ¡Hola, Josefina!
2 comentarios:
Ami me angustiaba la ballena josefina, una vez el niño chillon se la tomo (ya vez que vivia en un vaso de agua)
Era anguastiante, es cierto.. demasiado surrealista para un niño. Nunca entendí.
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