Este sábado tuve a bien asistir a una boda. Así es: la gente se sigue casando. Y la gente sigue teniendo malas ideas. Qe levante la mano el qe haya padecido los embates caloríficos del centro del estado de Chihuahua en verano. Gracias, amable lector. Ahora hagamos un ejercicio de imaginación: supón qe estás sentado en una especie de granjita en el poblado de Santa Isabel. Son las tres de la tarde y el calor fácil fácil pasa de 35° centígrados. Como todo caballero fashionmente responsable, llevas camisa de manga larga, corbata y saco. Tú te lo estás imaginando. A mi me pasó.
Yo no sé para qé la gente hace fiestas de "gala" o "etiqeta". En realidad somos pocos los qe sabemos de gala y etiqeta. Todos llegan con su vestido y su traje, transcurren tres horas y ya las nenas no tienen zapatos y bailan entre ellas mientras los monos se qitan las corbatas y dejan los sacos colgados en los respaldos. Nacos. ¿Yo? Yo llego de traje, corbata y peinado, siempre mostrando mis conocimientos en las últimas tendencias para hombre -lado de la fuerza qe pocos dominamos- y tal como llego me voy. La única excepción es cuando la dama qe tenga a bien acompañarme tenga frío. Entonces con gentileza le cedo mi saco.
Las fiestas de etiqeta son como los viajes largos en camión: cuando te subes todos van sentaditos en su lugar con sus víveres empacados; pero seis horas después ya nadie tiene zapatos, la gente eructa, los pies se suben a los asientos y las migajas cubren los asientos.