Esa tarde se sentaron a la sombra mientras les puse en el asador chorizo, costillas y ribeyes. Tomamos cerveza y sotol. Cuando le contaba cosas de la comida y la bebida mi padre mostraba una curiosidad inocente y al mismo tiempo una actitud de soberbia. Era como si pensara “Ah, cómo sabe cosas este cabrón… y yo lo hice”. Platicamos mucho y mientras recogíamos nos dimos cuenta que mis hijos gemelos de casi dos años se habían ido solos al parque enfrente de la casa.
Mi padre murió tres semanas después y cada vez que me recrimino no haberle hecho caso en algo, mi esposa me dice “Pero le hiciste aquella última carne asada”.
2 comentarios:
Te quiero y a tu padre también lo quise mucho. Fue una vela forma de despedirse con una carne asada en familia. Y si! Le encantaba que lo invitarás a comer.
Lamento la pérdida. Y es verdad lo dicho, el haberle tenido ese detalle fue buen gesto.
Publicar un comentario