13 de junio de 2019

Tiendas y familias


Todos tenemos nuestras familias de Oxxo. Varias veces a la semana –o incluso al día– pasamos por un Oxxo que nos queda por la casa o por el trabajo y somos atendidos por ese señor o señora, por sus hijos y los cónyuges de sus hijos y a veces hasta por los hijos de sus hijos. Casi nunca nos damos cuenta de que son nuestra familia de Oxxo sino hasta que un día entras y te encuentras a un wey viendo su celular en el lugar donde hasta hace unos días te saludada doña Marthita. Deberían colocarse unos avisos en la puerta del tipo “Informamos a nuestros clientes que doña Marthita y su familia dejarán de atender este Oxxo a final de mes” y darnos la oportunidad de despedirnos.

Me mudé a mi casa de adulto y me hice de mi propia familia de Oxxo. Varios años más tarde entré a una de las tiendas por casa de mi madrina. Ahí estaba la que había sido mi familia de Oxxo de casa de mis padres. Yo iba con mis tres hijos y se los presenté y reímos y no nos dimos cuenta de que ni siquiera sabíamos cómo nos llamábamos.

A veces me gusta pensar que en la posada del Oxxo mi familia de Oxxo de la casa se sienta con mi familia de Oxxo de la oficina y que hablan de mí.

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