En la avenida Independencia, apenas pasando la Gómez Farías, hay un pequeño local cuyo frente es todo de vidrio. Sólo hay un letrero, que en realidad es una hoja de papel donde está escrito a mano “El pakistaní”. Adentro del local, de apenas un metro y medio de fondo, se ve algo de ropa para dama colgada en los muros y en medio una mesa donde está sentado un tipo de piel morada y grandes ojos amarillos.
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