El 26 de diciembre de 2014 estábamos afuera con las cervezas, el frío y los cigarrillos cuando noté que uno de los tres no fumaba. Lo dejé hace unos meses para poder cantar y oler mejor y para no estarme saliendo de las fiestas, dijo. Yo no dije nada, pero pensé que era una buena idea.
Luego de dieciocho años, dejar los cigarrillos no fue un drama ni un suplicio. La separación no fue en malos términos y si alguna noche se me antoja uno, me permitiré encenderlo.
Agradezco a los cientos de Delicados que me acompañaron en conversaciones memorables en banquetas y porches, que compartieron mis dedos con plumas mientras garabateaba historias en una libreta, que regalé a amigos y extraños en bares, cantinas y conciertos. Fueron cómplices inigualables, pero ahora es momento de que cada uno siga su camino sin el otro.
1 comentario:
Bravoooo, éxito en este nuevo propósito, my friendo.
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