Cada mañana, camino al trabajo, veo una fila de personas en la esquina de la avenida Universidad y José María Mari. La línea se forma frente a un hombre que vende burritos de hielera y alcanza a ser de hasta treinta personas, empleados administrativos del hospital del IMSS que está ahí: secretarias, contadores, financieras, jefes de almacén.
A veces la fila está formada aunque el señor de los burritos no haya llegado.
Veo esto cada mañana y me hace sentir muy triste.
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