20 de diciembre de 2022

Fuegos y silencios

Mi mamá prendía un cigarro después de la comida algunos días y dos o tres en reuniones con sus amigas o sus hermanos. Entonces aquella Navidad le regalé un bonito encendedor Zippo color rojo y después de la cena de Nochebuena se lo cargué con combustible y le pregunté si no quería un cigarro para estrenarlo. Dijo que no se le antojaba. Después de la comida de Navidad tampoco quiso y dijo que no se sentía del todo bien. Al otro día fue a emergencias del hospital donde trabajaba porque le dolía mucho el vientre. La operaron de emergencia y encontraron el tumor intratable que la mataría dos años y medio después. Nunca usó el bonito encendedor Zippo color rojo.

1 comentario:

carlo1114 dijo...

Que mala onda, y donde quedó el encendedor?