Pareciera que cada mesa está pomposamente decorada con jarritos coloridos de copetes exóticos. Pero no es así: son las bebidas de los clientes. Los remates blancos y espumosos son los más, algunos encima salpicados con chispas de chocolate o de colores. El menú de bebidas contiene palabras de al menos tres idiomas y para pedir algo es necesario contestar al barista mínimo siete preguntas.
Cuando ordeno un café negro, sin azúcar, sin leche, sin espumita y sin sabor, quienes atienden y los clientes que me rodean me miran confundidos, como si fuera yo el excéntrico del lugar. Ya ni sé por qué los cafés se siguen llamando cafés.
4 comentarios:
Starbucks y demás, no son cafeterías, son locales de malteadas.
Vi tu tuit desde ayer, y tenía ganas de leer tu post, excelente. En general muy buen blog, como tuitero mejor. Saludos. @edsonpaul
+1 Porque me recordaste que tengo que ir a Soriana a comprar café.
Me encantó este blog. Lo leo siempre pero nunca había comentado.Hoy en día le agregan tanta cosa que ya ha perdido hasta el sabor .En el afán de hacerlo exquisito lo han atrofiado.
¿ o no ?
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