Hace tiempo apareció un comercial de televisión anunciando Mercado Libre. Un chico, al que posiblemente no le ha salido jamás vello facial, pone a la venta un beso en el sitio. En otro lugar, una virginal jovencita encuentra el ofrecimiento y decide comprarlo. Chico toma un autobús para llegar a casa de Jovencita, donde le informa del motivo de su visita y, sin más preámbulo, le entrega un beso transparente e infantil.
Las primeras veces que lo vi, el comercial me inundaba de una ternura que hacía mucho no sentía. Poco a poco, el sentimiento fue haciéndose a un lado, opacado por la minifalda de Jovencita y su ajustada blusa blanca, así como las características sexuales secundarias escondidas debajo de ambas prendas. Ahora, el anuncio me produce náuseas. Basta, por favor. Creo que lo veo como veinte veces cada día.
Las primeras veces que lo vi, el comercial me inundaba de una ternura que hacía mucho no sentía. Poco a poco, el sentimiento fue haciéndose a un lado, opacado por la minifalda de Jovencita y su ajustada blusa blanca, así como las características sexuales secundarias escondidas debajo de ambas prendas. Ahora, el anuncio me produce náuseas. Basta, por favor. Creo que lo veo como veinte veces cada día.
2 comentarios:
a pos te tengo una solución remecates, no lo veas.
sin mencionar la maldita canción melosa.
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