Desarrollé varoniles ampollas de tanto vestir trompos con sus cuerdas. Preferí los modernos modelos de plástico, con su mariposa y su debido relleno de algodón. Fácilmente alcancé los dormilones y los panchito a la luna se convirtieron en mi especialidad, junto a los columpios. También dominé los bumeráns en varias modalidades: sencillos, por la espalda y hasta por debajo de la pierna. Procuré abstenerme de los cancos, pues los encontraba salvajes.
De rodillas obtuve tesoros como periqitos, asteroides, perlitas, agüitas, gasolinas y piratas. Ah, pero mi tirito fue siempre una canelita pilingüija qe me sirvió de verdugo por más de tres temporadas. Mi arsenal incluía una poderosa marrana qe sustraje de un balero comprado en alguna refaccionaria. Juro qe sólo me amparé bajo el safisvuelvis cuando realmente mi canelita se me resbaló, y no recuerdo haber sido acusado de realizar fochas excesivas.
3 comentarios:
Has revivido con el de rodillas varios años de mi "yo niño"
Texto incompresible para muchos...
Digno de admiración por su contenido bien cuidado y emocional para otros tantos
las cuicas tienen nombres distintos en cada región, sigo en el recuento de las frases previas al tiro, algún día lo terminaré (aún cuando nunca supe jugarlas).
pd- eso de "has revivido con el de rodillas..." mi cochina mente lo interpreta en dos sentidos, lo siento Joe
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