
El lugar sufre de popularidad. Luce lleno. Los clientes toman las mesas, pero los nativos deambulan por los pasillos. Ambas especies se ignoran mutuamente. Los nativos se reconocen entre si y, como cada fin de semana, se saludan. Poco falta para qe cada uno cargue con su lista de asistencia. “Shellwyz… ahí está. Elisa… ahí está. Nanno… allá va” palomearían. Los clientes no les estorban. Son como parte de la decoración del lugar. La lámpara antropomórfica aporta luz. Los clientes aportan sustento.
“Prefiero faltar al work qe al dancefloor”, dijo Barby, imprimiendo tanto del nativo Zulu en la frase qe a propósito jamás lo hubiera logrado. Salud. Punchis punchis punchis punchis.
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