Anduve por la carretera. Fui hacia el sur del estado, por sendas y senderos qe no había caminado antes, y eso qe me jacto de conocer casi todo este estadote -Chihuahua, para los qe desconozcan mi abolengo-. Pasé por la pintoresca e histórica ciudad de Parral. No podía creer qe la carretera qe une a Chihuahua y a Parral fuera de esas donde un solo listón de asfalto sirve tanto para los qe van como para los qe vienen, inocentemente divididos los unos de los otros por una rayita blanca qe a veces es continua y otras intermitente. Creí qe esas carreteras solo se presentaban en los siguientes tres casos: 1) carreteras entre ciudades sin chiste, como Fresnillo u Ojinaga; 2) carreteras de 1980 y antes; y 3) carreteras de países tercermundistas. Me parece qe el punto 3 aplica aqí.
Miami, además de fungir como baterista en la travesía, hizo las veces del copiloto. También en ratos asumió el papel de esposa: frenadespacitocuidadobájale. Lo mejor fue cuando uno de esos vehiculotes amarillos armados con palas y qe tienen llantas como de tanqe de guerra no cupo en la franjita pavimentada y golpeó un letrero qe indicaba la velocidad a la qe debíamos ir. Me gustó como salió disparado.