27 de marzo de 2010

Piscinas y Niños

Como muchos niños chihuahuenses, aprendí a nadar en la alberca de la risiblísima Facultad de Educación Física y Ciencias del Deporte de la Universidad. En un rincón se amontonaban decenas de flotadores, de esos que uno infla y en que enfunda los antebrazos. No se le fue ocurriendo al chico aquel colocarse diez de estos flotadores, distribuidos dos en cada brazo y tres por pierna. Con pasitos de robot, se aproximó a la orilla de la alberca y se dejó caer de espaldas. Qué gracioso resultó verlo flotar desamparado como tortuga panzaparriba sin poder moverse o darse la vuelta.

5 comentarios:

Isela dijo...

Qué gracioso!! :S Eso pasa cuando los niños tienen la mente muy activa... y un entrenador muy pasivo... y no estoy hablando de sexo, todavía.

Jan dijo...

Jajajajjajaja

¡Los había olvidado! Yo en clase prefería las tablitas. Bastaba soltarse de a ratos para sumergir la cabeza, situación casi imposible con los flotadores que además, me daban comezón en mis bracitos.

Saludos :)

Cabrón Insensible dijo...

'biera sido más divertido panza abajo...

Anónimo dijo...

¡Jajaja, pinche Cabrón Insensible! xD

Anónimo dijo...

¿Cuál es el significado de ''risiblísima''?