12 de marzo de 2010

Lugares y Personas

Los más de los niños lloran. Otros gimen. Algunos sollozan. Los hay que chillan. Las caras de las mamás son opacas y ojerosas. Algunos indios denotan haber estado en el mismo lugar por varios días. Los de los uniformes blancos y azulverdes pasan y pasan siempre viendo papeles, nunca viendo a la gente. Las de las ventanillas están con unos teléfonos obsoletos pegados a la cara y con las miradas como muy allá de la puerta que desde sus cabinitas debe aparecer inalcanzable.

¿Verdad que no hay nada más deprimente que un hospital infantil público?

2 comentarios:

ifi dijo...

cualquier hospital público es deprimente. sin contar con que si no tienes ninguna enfermedad, con solo pasar por la sala de espera, sales con una o dos nuevas.

Isela dijo...

A mí me deprime más ir a una iglesia.