En 1933, Robert Amstrong atrapó a King Kong y lo trasladó a la ciudad de Nueva York para exhibirlo. King Kong logró escapar y enfrentó al ejército norteamericano. Fácilmente iba ganando. Aplastaba un tanqe por aqí, golpeaba un pelotón por allá. Pero luego el changote se subió al Empire State. Terrible error. Acorralado, eventualmente sucumbió ante las balas humanas.
Llegó 1976 y King Kong volvió a ser atrapado, esta vez por Jeff Bridges. La ballata se libró de nuevo en Nueva York. Changamente, King Kong se volvió a encontrar acorralado en la cima del Empire State antes de morir a cañonazos del ejército.
Finalmente el tiempo se convirtió en 2005. Yo nunca he sido de esos ñoños defensores de los animales, pero el King Kong me caía bien y había logrado despertar en mi cierta simpatía. Por ello, cuando Jack Black lo llevó cautivo a Nueva York, yo pensé "ahora si se les va a poner gorila la cosa a estos militarsitos". Pues ¡nada! Chango viejo no aprende maroma nueva. Ahí va de nuevo el muy bestia a subrise al Empire State y téngala.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario