Segundo piso de un edificio colonial de oficinas. A bastonazos, un viejito se me acerca. Sombrero vaqero arrugado, pantalón de poliéster, huaraches de llanta. Look más rural qe un cerco de alambre de púas. Me aborda con “¿me echa para abajo?”. Con mis ojos le señalo la escalerota a nuestro lado y le contesto “¿lo aviento por ahí?”. Viejito festeja mi ocurrencia con una risa fuerte, de esas qe te hacen echar la cabeza para atrás. Medio levanta el bastón en lo qe interpreté como una señalización del elevador. “No, por ahí”. Doy cinco pasos para llegar al elevador. A Viejito le toma ocho pasos y 3 bastonazos. Entra. Presiono el botón PB.
Adiós, Viejito. Ojalá en tu vida no necesites dinero de un cajero automático ni padezcas sed frente a una máqina de refrescos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario