Silenciar. Bloquear. Dos funciones de Twitter que no uso. A lo de bloquear le reconozco que, cuando se asoma uno al perfil de quien nos bloqueó, ahí clarito dice Este usuario te ha bloqueado. Lo de silenciar me parece pusilánime, una concesión social para la red social más antisocial: te sigo y crees que te leo, pero en realidad no es así y no quiero que lo sepas.
Saramago dijo que los escritores viven de la infelicidad del mundo, que él en un mundo feliz no sería escritor. En Twitter no silencio y no bloqueo porque me gusta renegar, por el ímpetu que me provoca el desacuerdo y la euforia de hacer corajes. O eso pensaba.
Hace poco leí un artículo donde se explica cómo nuestra curaduría de contenidos en línea, tanto intencional como la realizada por algoritmos, nos sumerge en la percepción de que todos piensan igual que nosotros. El artículo decía que por eso tantos se sorprendieron con el Brexit y con el triunfo de Trump. “Pero ¡si nadie estaba de acuerdo con eso!”, se decían con las manos en la cabeza, incrédulos de los resultados. Pondría el vínculo al artículo, pero la verdad es que lo perdí.
Entonces no silencio y no bloqueo porque quiero saber qué piensan los que no piensan como yo. No silencio y no bloqueo porque para tener la razón hay que saber qué está mal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario