Cuando Radiohead comenzaba a ser una banda famosa, los promotores cuidaban que en las fotografías no se notara el ojo paralizado de Thom Yorke. Así funcionaba la música entonces: para que algo llegara a nosotros debía antes ser filtrado y procesado por las disqueras, MTV y las tiendas de música.
Ahora puedes apreciar el cuerpo de Bradford Cox deformado por el Síndrome de Marfan en fotografías que él mismo comparte en la Internet, lejos de canales sujetos a revisión y aprobación. La composición de la música de Deerhunter conforma un cuerpo funcional y estéticamente correcto que luego en la interpretación es torcido y corrompido. Monomania y los otros álbumes de Deerhunter nos llegan también así, directamente y sin pasar por jurados sancionadores.
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