21 de marzo de 2011

Cojos y Habladores

El cojo se sabe cojo, tal y como el anteojado se sabe anteojado. Tan se sabe cojo el cojo, que hasta a un dicho de esos de supuesta sabiduría popular ha dado lugar: “sabe de qué pata cojea”. Por eso el cojo es precavido y no se acerca a aglomeraciones y se anda con la vista hacia abajo revisando dónde pisa con su único pie, siempre detectando de dónde se pueda asir si así lo requiriese.

Por su parte, el hablador sabe que cojea de otra pata. El hablador habla y cuida lo que habla. No quiere ir a hablar cosas que luego le provoquen situaciones indeseables. Y, aunque no está exento de alguna vez caerse, no es esa su principal preocupación ni valdría la pena que dedicase sus precauciones a ello. Por todo esto es que, naturalmente, antes cae un hablador que un cojo.