Cuando aquel amigo mío se conectaba al servicio de mensajería por Internet, invariablemente señalaba que escuchaba Robophobia de James Zabiela. En alguna ocasión me explicó que esto se debía a una incomprensible falla de los programas, pero aún así, cuando yo lo veía en línea, me lo imaginaba mortificadísimo escuchando la misma canción una y otra vez.
Tiempo después Amigo murió. De pronto lo encuentro en línea —no me explico cómo ni me he atrevido a averiguarlo— y aún escuchando Robophobia de James Zabiela. Pobre. Parece que ni en el Más Allá ha logrado librarse del tema.
Tiempo después Amigo murió. De pronto lo encuentro en línea —no me explico cómo ni me he atrevido a averiguarlo— y aún escuchando Robophobia de James Zabiela. Pobre. Parece que ni en el Más Allá ha logrado librarse del tema.